Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y campos verdes, un niño llamado Diego. Diego tenía diez años y era conocido en su pueblo por su gran imaginación. Siempre estaba inventando historias y soñando con cosas increíbles. Pero lo que más deseaba en el mundo era volar.
—¡Quiero volar como los pájaros! —le decía a su mejor amiga, Sofía, mientras se tumbaban en el pasto mirando el cielo.
—Eso es imposible, Diego —decía Sofía, aunque con una sonrisa. —Nadie puede volar sin alas.
Pero Diego no se daba por vencido. Cada noche, antes de dormir, cerraba los ojos y se imaginaba volando por el cielo, visitando lugares mágicos y conociendo criaturas extraordinarias. Soñaba con atravesar las nubes y ver el mundo desde lo alto. Una noche, mientras dormía profundamente, algo increíble sucedió.
Diego se encontró en un lugar muy diferente a su habitación. Estaba en un bosque lleno de árboles gigantes que brillaban con luces doradas. Había mariposas de colores que hablaban entre sí, y un río que cantaba una música suave y encantadora. Frente a él, apareció un anciano de barba blanca y ojos brillantes como estrellas.
—¿Quién eres? —preguntó Diego sorprendido.
—Soy el Guardián de los Sueños —dijo el anciano con una voz amable. —Y tú, Diego, has sido elegido porque tienes un sueño muy poderoso.
—¿Elegido para qué? —preguntó Diego, sintiendo cómo su corazón latía más rápido.
—Para demostrar que los sueños pueden hacerse realidad —respondió el anciano. —Pero primero, debes enfrentar tres desafíos. Si logras superarlos, descubrirás el secreto para volar.
Diego asintió emocionado. El anciano agitó su bastón y una puerta dorada apareció entre los árboles. Al cruzarla, Diego se encontró en un gran campo de girasoles. En el centro, había un pájaro gigante con plumas de arcoíris.
—Para superar el primer desafío —dijo el pájaro—, debes aprender a confiar en ti mismo. Salta desde mi espalda y confía en que no caerás.
Diego miró hacia abajo y vio que estaba muy alto. Tenía miedo, pero recordó las palabras del anciano. Cerró los ojos, respiró profundo y saltó. En lugar de caer, flotó suavemente como una hoja en el viento. Cuando abrió los ojos, estaba volando junto al pájaro.
—¡Lo lograste! —exclamó el pájaro, sonriendo. —Nunca olvides que la confianza en ti mismo es el primer paso para alcanzar tus sueños.
Luego, Diego voló hacia una nueva puerta que había aparecido en el cielo. Esta vez, llegó a una cueva oscura donde un dragón pequeño lloraba.
—¿Qué te pasa? —preguntó Diego.
—Perdí mi luz —dijo el dragón, mostrando su cola apagada. —Sin ella, no puedo guiar a otros a través de la oscuridad.
Diego pensó un momento y luego recordó una de sus historias favoritas sobre cómo la bondad podía iluminar el mundo. Decidió compartir su luz interior con el dragón. Cerró los ojos y se concentró en todos los momentos felices que había vivido. Poco a poco, su corazón comenzó a brillar, y esa luz viajó hacia el dragón, devolviéndole su cola brillante.
—Gracias, Diego —dijo el dragón, feliz. —Has demostrado que compartir tu luz con otros hace que todos brillen más.
Finalmente, Diego pasó al tercer desafío. Estaba en la cima de una montaña, donde el anciano lo esperaba.
—Para superar este desafío —dijo el Guardián de los Sueños—, debes creer que todo es posible, incluso lo que parece imposible.
El anciano agitó su bastón, y Diego vio un puente invisible que conectaba la montaña con una nube lejana. Sabía que tenía que cruzarlo, pero no podía verlo.
Diego respiró hondo, recordó los dos desafíos anteriores y dio un paso adelante. Aunque no podía ver el puente, sintió que sus pies estaban seguros. Con cada paso, el puente se volvió más visible, hasta que finalmente llegó al otro lado.
El anciano sonrió y le dijo:
—Has superado los tres desafíos, Diego. Ahora sabes que la confianza, la bondad y la fe en lo imposible son las claves para alcanzar cualquier sueño. Mira hacia atrás.
Diego miró y vio un par de alas doradas creciendo en su espalda.
—¡Ahora puedes volar! —exclamó el anciano.
Y así, Diego voló por el cielo, visitando mundos mágicos y llevando consigo las enseñanzas de los tres desafíos. Cuando despertó, aunque estaba en su cama, sintió que algo había cambiado. Desde ese día, nunca dejó de soñar ni de creer en el poder de sus sueños.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.
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Radhe – Autor de Cuentos Cortos
¡Hola! Soy Radhe, el creador de Cuentos Cortos, un espacio donde los cuentos cobran vida y las imaginaciones de los niños pueden volar. Me encanta escribir historias mágicas y divertidas que llenen de alegría a los pequeños lectores. Aquí encontrarás cuentos cortos y de antes de dormir en español, cada uno acompañado de un audiolibro y hermosas ilustraciones.
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