Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos. Aunque Mateo era muy curioso y siempre le gustaba explorar el bosque cercano, había algo que no le llamaba nada la atención: los libros. “Leer es aburrido”, decía cada vez que su mamá trataba de sentarse con él a leer un cuento antes de dormir. Prefería soñar con sus propias aventuras en lugar de escuchar historias de otros.
Una noche, mientras se preparaba para dormir, su abuela le contó sobre una biblioteca mágica escondida en el bosque. “Dicen que esta biblioteca solo aparece para aquellos niños que tienen una chispa de curiosidad en su corazón. Cada libro guarda un secreto especial, y si encuentras el libro correcto, podría cambiar tu vida para siempre”.
Mateo se sintió intrigado, aunque no lo admitió en voz alta. Esa noche soñó con enormes estanterías llenas de libros que susurraban secretos al pasar. Al día siguiente, decidido a comprobar si la historia de su abuela era cierta, se adentró en el bosque.
El descubrimiento inesperado
Caminó durante horas entre los árboles altos, escuchando el crujir de las hojas bajo sus pies y el canto de los pájaros. Justo cuando estaba a punto de rendirse, un destello de luz captó su atención. Siguió el brillo hasta llegar a un claro donde había un pequeño edificio de madera con una puerta tallada con formas de estrellas y lunas. “¡La biblioteca mágica!”, exclamó en voz baja.
Con el corazón latiendo de emocion, empujó la puerta y entró. El interior era más grande de lo que había imaginado. Había estanterías que parecían no tener fin, llenas de libros de todos los colores y tamaños. Algunos flotaban en el aire, otros brillaban suavemente como si estuvieran vivos.
De pronto, un libro pequeño y rojo voló hacia él y se posó en sus manos. En la portada decía: “El aventurero Mateo y el misterio del bosque encantado”. Mateo parpadeó sorprendido. “¿Un libro sobre mí?”, pensó.
El libro que cobró vida
Cuando abrió el libro, algo mágico ocurrió. Las palabras comenzaron a brillar y, de repente, Mateo se sintió como si estuviera siendo absorbido por sus páginas. Antes de que pudiera gritar, se encontró en medio de un bosque que parecía salido de un sueño. Los árboles tenían hojas doradas, y criaturas pequeñas con alas de cristal revoloteaban a su alrededor.
Una de las criaturas, una pequeña hada llamada Lila, se le acercó y dijo: “¡Mateo, te estábamos esperando! Solo tú puedes resolver el misterio del bosque encantado”.
“¿Yo? Pero no sé qué hacer”, respondió Mateo, aún confundido.
Lila le entregó un mapa antiguo y le explicó que debía encontrar tres objetos escondidos en el bosque: una pluma dorada, una llave de cristal y una flor luminosa. Cada objeto revelaba una parte de la historia perdida del bosque.
La aventura comienza
Mateo se adentró más en el bosque, siguiendo las indicaciones del mapa. Primero encontró la pluma dorada en el nido de un pájaro gigante que, para su sorpresa, era amable y le pidió que escribiera su nombre en el aire con la pluma. Al hacerlo, una corriente de viento lo guió hacia el siguiente destino.
La llave de cristal estaba en el fondo de un río transparente. Mateo tuvo que hablar con un grupo de peces parlantes que le dieron pistas sobre cómo encontrarla. Finalmente, después de resolver un acertijo, la llave apareció en sus manos.
La flor luminosa estaba protegida por un árbol viejo que hablaba con una voz profunda. “Solo los niños que tienen un corazón valiente pueden tomar esta flor”, le dijo el árbol. Mateo, aunque algo nervioso, demostró su valentía al ayudar a una ardilla atrapada en una rama cercana. El árbol, satisfecho, le entregó la flor.
El final del misterio
Con los tres objetos en mano, Mateo regresó al claro donde había comenzado su aventura. Lila apareció de nuevo y le indicó que colocara los objetos en un círculo mágico en el suelo. Al hacerlo, una luz brillante iluminó todo el bosque, y de repente, éste se llenó de risas y música.
“Has devuelto la alegría al bosque encantado”, dijo Lila con una sonrisa. “Ahora sabes que cada libro es una puerta a un mundo lleno de aventuras”.
Mateo sintió una gran felicidad. Cuando abrió los ojos, estaba de vuelta en la biblioteca mágica. Aún sostenía el libro rojo en sus manos, pero ahora sabía que no era solo un libro: era una llave a infinitas posibilidades.
Desde ese día, Mateo nunca volvió a decir que leer era aburrido. Todas las noches, antes de dormir, elegía un libro nuevo y se sumergía en sus páginas, sabiendo que cada historia le llevaría a un mundo diferente.
Y así, Mateo descubrió el amor por la lectura y se convirtió en el aventurero de mil mundos.
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Radhe – Autor de Cuentos Cortos
¡Hola! Soy Radhe, el creador de Cuentos Cortos, un espacio donde los cuentos cobran vida y las imaginaciones de los niños pueden volar. Me encanta escribir historias mágicas y divertidas que llenen de alegría a los pequeños lectores. Aquí encontrarás cuentos cortos y de antes de dormir en español, cada uno acompañado de un audiolibro y hermosas ilustraciones.
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