Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de verdes colinas y bosques misteriosos, un niño llamado Leo. Leo era como cualquier otro niño: le gustaba jugar, explorar y soñar con mundos lejanos. Pero en el fondo, siempre se sentía un poco diferente. Había algo dentro de él, una chispa que no podía explicar, y que a veces lo hacía sentir como si estuviera destinado a algo especial.
Una mañana, mientras caminaba por el bosque en busca de moras para la tarta de su madre, Leo tropezó con una piedra extraña. No era una piedra común; brillaba con una luz suave y dorada, como si tuviera vida propia. Al tocarla, sintió un cosquilleo recorrer todo su cuerpo. Era una sensación cálida y reconfortante, pero también misteriosa.
De repente, una voz suave pero clara resonó en su mente:
—Leo, dentro de ti hay una magia especial. Una magia que puede cambiar el mundo, pero primero debes aprender a encontrarla.
Leo miró a su alrededor, confundido. ¿Quién le hablaba? ¿Era la piedra? Antes de que pudiera hacer más preguntas, la piedra brilló intensamente y desapareció, dejando en su lugar un pequeño mapa de pergamino.
El mapa tenía dibujada una ruta que atravesaba el bosque y terminaba en una cueva oscura. Sin pensarlo dos veces, Leo decidió seguir el camino. Sabía que había algo importante esperándolo.
A medida que avanzaba, el bosque se volvía más denso y los sonidos de los pájaros y los insectos parecían desaparecer. En su lugar, un silencio misterioso llenaba el aire. Leo sentía un poco de miedo, pero también una extraña determinación. “Si tengo magia dentro de mí,” pensó, “quiero encontrarla.”
Finalmente, llegó a la entrada de la cueva. Era oscura y fría, pero en su interior podía ver un leve resplandor azul. Reunió todo su valor y entró. A medida que avanzaba, el resplandor se hacía más intenso, hasta que llegó a una gran sala iluminada por cientos de cristales brillantes.
En el centro de la sala había una figura alta y misteriosa, envuelta en una capa hecha de estrellas. La figura lo miró con ojos amables y dijo:
—Bienvenido, Leo. Soy el Guardián de la Magia Interior. He esperado mucho tiempo para conocerte.
—¿La magia está dentro de mí? —preguntó Leo con timidez.
El Guardián asintió.
—Sí, pero para encontrarla, debes superar tres pruebas. Cada prueba te enseñará algo importante sobre ti mismo. ¿Estás listo?
Leo respiró profundamente y dijo:
—Estoy listo.
La primera prueba fue un acertijo. En un rincón de la sala apareció un espejo antiguo. Al mirarlo, Leo no vio su reflejo, sino una versión de sí mismo que parecía insegura y asustada. Una voz salió del espejo:
—¿Cómo puedes ser un héroe si no crees en ti mismo?
Leo cerró los ojos y pensó en todas las veces que había dudado de sí mismo. Pero luego recordó las palabras de su madre: “Eres más fuerte de lo que crees.” Abrió los ojos y respondió al espejo:
—Creo en mí porque siempre trato de hacer lo correcto, incluso cuando es difícil.
El espejo brilló y la imagen desapareció, dejando una luz cálida que llenó a Leo de confianza.
La segunda prueba fue una sala llena de sombras. Las sombras parecían moverse y susurrar, tratando de asustarlo. Pero Leo recordó que el miedo solo tiene poder si tú se lo das. Dio un paso adelante y dijo con firmeza:
—No les tengo miedo. La luz siempre vence a la oscuridad.
En ese momento, las sombras desaparecieron, dejando la sala completamente iluminada.
La tercera prueba fue la más difícil. En una mesa había un pequeño cofre cerrado. La llave estaba al otro lado de un puente estrecho, colgando sobre un abismo. Leo sintió el vértigo al mirar hacia abajo, pero sabía que tenía que cruzar. Con cuidado, dio un paso tras otro, recordándose a sí mismo que la valentía no es la ausencia de miedo, sino enfrentarlo.
Cuando finalmente llegó al otro lado y abrió el cofre, encontró una pequeña esfera de luz. Al tocarla, la luz se fundió con él, llenándolo de una energía maravillosa.
El Guardián sonrió y dijo:
—Has pasado las pruebas, Leo. Has encontrado la magia en tu interior. Esa magia es tu confianza, tu valentía y tu bondad. Ahora, el verdadero viaje comienza: usar esa magia para hacer del mundo un lugar mejor.
Leo regresó a su pueblo sintiéndose diferente. No porque tuviera poderes especiales, sino porque sabía que la verdadera magia siempre había estado dentro de él. Y así comenzó una nueva aventura, una en la que Leo usaría su magia para ayudar a otros y mostrarles que ellos también podían encontrar la suya.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
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Radhe – Autor de Cuentos Cortos
¡Hola! Soy Radhe, el creador de Cuentos Cortos, un espacio donde los cuentos cobran vida y las imaginaciones de los niños pueden volar. Me encanta escribir historias mágicas y divertidas que llenen de alegría a los pequeños lectores. Aquí encontrarás cuentos cortos y de antes de dormir en español, cada uno acompañado de un audiolibro y hermosas ilustraciones.
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