Era una noche tranquila en el pequeño pueblo de Brillovalle. Las estrellas brillaban como diamantes en el cielo y la brisa suave jugaba entre las hojas de los árboles. En una casita acogedora, Mateo, un niño de ocho años con una gran curiosidad, se preparaba para dormir. Pero antes de cerrar los ojos, su mamá entró con un libro en la mano.
—Mateo, ¿te gustaría escuchar una historia antes de dormir?—preguntó con una sonrisa.
—¡Sí, mamá! Pero quiero una historia que me haga pensar.—Mateo se acomodó bajo su manta, listo para escuchar.
Su mamá asintió y comenzó a leer una historia especial.
Había una vez en el bosque de Espejoverde un mapache llamado Río. Río era conocido por ser muy inteligente, pero también tenía un problema: a veces decía pequeñas mentiras para evitar meterse en problemas.
Una mañana, mientras exploraba cerca del río cristalino, Río encontró una bolsa brillante llena de frutas deliciosas: manzanas rojas, uvas dulces y mangos jugosos. Su boca se hizo agua.
—¡Esto debe ser un regalo del bosque para mí!—pensó.
Sin embargo, pronto vio una nota junto a la bolsa que decía: “Propiedad de Lila la ardilla. Por favor, no tocar.” Río sabía que esas frutas no le pertenecían, pero no pudo resistirse.
—Solo tomaré una manzana. Lila ni siquiera se dará cuenta.—Y sin pensar mucho más, tomó una.
Cuando volvió a su guarida, Río no podía dejar de pensar en la manzana. Aunque estaba deliciosa, algo dentro de él no se sentía bien. Esa misma tarde, Lila fue a visitar a Río.
—¡Hola, Río! Perdí una de mis manzanas. ¿La has visto por casualidad?—preguntó la ardilla con una mirada preocupada.
Río sintió que su corazón latía rápido. Podía decir la verdad o inventar algo.
—No, no he visto nada, Lila.—mintió, desviando la mirada.
Lila suspiró y se marchó triste. Pero lo que Río no sabía era que su mentira pronto le traería problemas.
Al día siguiente, el bosque estaba lleno de rumores. Otros animales habían perdido cosas también: Beto el conejo no encontraba su zanahoria especial, y Paco el pájaro no veía su pluma favorita. Todos empezaron a sospechar que algo raro estaba pasando.
Una tarde, mientras Río caminaba cerca del estanque, vio su reflejo en el agua. Su propia imagen parecía mirarlo con desilusión.
—¿Qué estoy haciendo?—se preguntó. —Lila confió en mí, y yo rompí esa confianza.—
Esa noche, Río decidió arreglar las cosas. Tomó su bolsa de bayas favoritas como disculpa y fue a buscar a Lila. Cuando la encontró en su árbol, respiró hondo y dijo:
—Lila, tengo algo que confesarte. Yo tomé tu manzana. Fue un error y me siento muy mal por ello. Por favor, perdóname.
Lila se sorprendió al principio, pero luego sonrió suavemente.
—Gracias por decir la verdad, Río. Todos cometemos errores, pero ser honesto y pedir disculpas es lo que realmente importa.—
Río se sintió aliviado, como si un peso enorme hubiera desaparecido de su corazón. Desde ese día, prometió ser siempre honesto, sin importar lo difícil que fuera. Aprendió que la honestidad no solo hace que los demás confíen en uno, sino que también te hace sentir libre y feliz.
Cuando la mamá de Mateo terminó de leer, miró a su hijo.
—¿Qué te pareció, Mateo?—preguntó.
Mateo reflexionó un momento y luego dijo:
—Me gustó mucho. Creo que Río fue valiente al decir la verdad. Ser honesto no siempre es fácil, pero es lo correcto.
Su mamá sonrió y lo abrazó.
—Exactamente, hijo. Ahora duerme bien y recuerda siempre ser honesto, porque eso te hará grande.
Mateo cerró los ojos con una sonrisa, imaginando las aventuras de Río y la paz que trae siempre decir la verdad.
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Radhe – Autor de Cuentos Cortos
¡Hola! Soy Radhe, el creador de Cuentos Cortos, un espacio donde los cuentos cobran vida y las imaginaciones de los niños pueden volar. Me encanta escribir historias mágicas y divertidas que llenen de alegría a los pequeños lectores. Aquí encontrarás cuentos cortos y de antes de dormir en español, cada uno acompañado de un audiolibro y hermosas ilustraciones.
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