Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, una niña llamada Sofía. Sofía tenía 7 años, ojos brillantes y una gran curiosidad por todo lo que la rodeaba. Siempre estaba buscando aventuras y, aunque vivía en un lugar tranquilo, su imaginación volaba lejos, hasta mundos llenos de magia.
Una noche, mientras se preparaba para dormir, Sofía escuchó un susurro suave que venía desde su ventana. Era un sonido extraño, como si alguien estuviera invitándola a salir. Sofía se levantó de la cama, se asomó por la ventana y vio una luz brillante que flotaba en el aire. La luz parpadeaba como una estrella traviesa, llamándola a una nueva aventura.
“¿Quién está ahí?” murmuró Sofía, con los ojos bien abiertos.
Para su sorpresa, la luz se acercó lentamente y, de repente, se transformó en una pequeña hada. Tenía alas doradas y un vestido brillante que parecía hecho de estrellas.
—¡Hola, Sofía! —dijo el hada con una voz suave y melodiosa—. Soy Lila, y he venido para invitarte a un viaje muy especial.
Sofía, asombrada pero muy emocionada, no dudó ni un segundo.
—¿A dónde vamos? —preguntó, saltando de la cama.
—Te llevaré a un bosque secreto, donde viven criaturas mágicas que nadie más ha visto. Es un lugar lleno de maravillas, pero solo aquellos con un corazón valiente pueden encontrarlo. ¿Te atreves?
Sofía sonrió, su corazón latía rápido por la emoción. Siempre había soñado con ver seres mágicos. Sin pensarlo más, asintió con entusiasmo.
—¡Sí, quiero! ¡Llévame allá, Lila!
El hada agitó su varita y, en un abrir y cerrar de ojos, Sofía se encontró flotando en el aire, como si estuviera viajando en una nube. Volaron juntas por encima del pueblo, pasando por encima de los tejados, hasta llegar a un bosque muy distinto a cualquier otro que Sofía hubiera visto antes. Este bosque brillaba con luces de colores, y los árboles parecían susurrar canciones al viento.
—Bienvenida al Bosque de los Sueños —dijo Lila—. Este es un lugar mágico donde todo puede suceder. Aquí viven dragones pequeñitos, unicornios, y hasta seres invisibles que solo pueden ser vistos por quienes tienen un corazón puro.
Sofía miró a su alrededor, maravillada. A lo lejos, vio un dragón que era más pequeño que un perro, con escamas brillantes como el arco iris. El dragón volaba felizmente, lanzando pequeñas chispas de colores.
—¡Mira, un dragón! —gritó Sofía, corriendo hacia él.
El dragón, al escucharla, se acercó volando y aterrizó suavemente frente a ella.
—Hola, pequeña humana —dijo el dragón con voz profunda y amigable—. Mi nombre es Luno. ¿Qué te trae por aquí?
Sofía, sin miedo, lo miró a los ojos.
—He venido a conocer el bosque mágico. ¿Puedes mostrarme más criaturas?
Luno sonrió, mostrando sus colmillos diminutos, y asintió.
—Claro, sígueme.
Juntos caminaron por el bosque, y Sofía vio cosas increíbles. Un grupo de unicornios pastaba cerca de un arroyo, sus caballos plateados brillaban bajo la luz de la luna. Más allá, una familia de hadas jugaba entre las flores, y cada vez que volaban, dejaban una estela de polvo dorado en el aire.
—¡Es increíble! —exclamó Sofía—. Nunca había visto algo tan hermoso.
Lila, que había estado flotando cerca de ella, le sonrió.
—Este es solo el principio, Sofía. Pero para entrar en el corazón del bosque, debes resolver un pequeño misterio. Solo quienes lo resuelven pueden ver el mayor secreto de todos.
Sofía, con los ojos llenos de curiosidad, asintió con determinación.
—¡Estoy lista! ¿Qué tengo que hacer?
Lila le señaló un árbol antiguo, cuyas ramas parecían tocar el cielo. Era tan alto que Sofía no podía ver la cima. En su tronco, había un mensaje en letras doradas.
—Lee el mensaje en el árbol —le dijo Lila.
Sofía se acercó al árbol y leyó en voz alta:
“Solo aquellos que creen en lo imposible encontrarán lo que buscan.”
—¿Qué significa? —preguntó Sofía, rascándose la cabeza.
Luno, que había estado observando en silencio, se acercó y dijo:
—Significa que, en este bosque, todo es posible, pero solo si crees en ello. Las criaturas mágicas aquí no aparecen por arte de magia, sino porque tu imaginación las hace realidad.
Sofía cerró los ojos y pensó en todo lo que había visto. Creyó profundamente que podía ver más, más allá de lo que había mostrado el bosque. Abrió los ojos y, al hacerlo, vio algo increíble: un árbol con frutas que brillaban como estrellas, y en ellas, pequeñas criaturas voladoras que cantaban dulces melodías.
—¡Lo hice! —gritó Sofía emocionada.
Lila aplaudió con alegría.
—Lo lograste, Sofía. Has descubierto el secreto del bosque. La magia no está solo en las criaturas, sino en la creencia en ellas.
Justo en ese momento, el cielo comenzó a aclararse, y Sofía sintió que su aventura estaba por terminar. Lila se acercó a ella y le dio un pequeño brote de la planta más brillante del bosque.
—Este es un regalo para ti —dijo Lila—. Siempre que necesites recordar la magia que has visto aquí, solo toca este brote y pensarás en nosotros.
Sofía tomó el brote, sintiendo su suavidad. Era tan pequeño, pero lo guardó con mucho cuidado en su bolsillo.
—Gracias, Lila. Nunca olvidaré este día.
Con una sonrisa, Sofía comenzó a flotar de nuevo hacia su casa, mientras el bosque desaparecía lentamente en la distancia.
Al llegar a su ventana, Sofía miró hacia afuera una última vez, pero el bosque ya no estaba allí. Sin embargo, el brote en su bolsillo le daba la seguridad de que la magia siempre estaría cerca.
Se metió en la cama, cerró los ojos y, mientras se acurrucaba bajo las mantas, pensó en todo lo que había visto. La magia estaba en todas partes, solo había que saber buscarla.
Y con una sonrisa en su rostro, Sofía se quedó dormida, lista para soñar con nuevos mundos llenos de maravillas.
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Radhe – Autor de Cuentos Cortos
¡Hola! Soy Radhe, el creador de Cuentos Cortos, un espacio donde los cuentos cobran vida y las imaginaciones de los niños pueden volar. Me encanta escribir historias mágicas y divertidas que llenen de alegría a los pequeños lectores. Aquí encontrarás cuentos cortos y de antes de dormir en español, cada uno acompañado de un audiolibro y hermosas ilustraciones.
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