Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y estrellas brillantes, una niña llamada Lucía. Ella tenía diez años y era muy curiosa. Le encantaba mirar el cielo nocturno desde la ventana de su cuarto y soñar con los misterios del universo.
Una noche, mientras observaba las estrellas con su telescopio viejo pero confiable, algo increíble sucedió. Una luz muy brillante cruzó el cielo y aterrizó en el bosque cercano. Lucía se levantó de un salto y susurró para sí misma: —¡Es una estrella fugaz que se ha caído!—. Sin pensarlo dos veces, se puso su abrigo, tomó su linterna y salió corriendo al bosque.
Cuando llegó al lugar, encontró algo que nunca había visto antes: una pequeña esfera brillante que flotaba a pocos centímetros del suelo. Emitía un suave zumbido y cambiaba de colores, como si respirara. Lucía extendió la mano con cuidado, y al tocarla, la esfera comenzó a hablar.
—¡Hola, pequeña exploradora! Soy Lumis, un guardián del universo. He venido a buscar ayuda, y creo que tú eres la indicada— dijo la esfera con una voz dulce y melodiosa.
Lucía, aunque sorprendida, no sintió miedo. Más bien, una chispa de emoción iluminó sus ojos.
—¿Yo? ¿Cómo puedo ayudarte? —preguntó, inclinándose hacia Lumis.
—Nuestro universo está lleno de maravillas, pero también de magia. Una estrella especial, llamada la Estrella del Deseo, ha sido robada por una sombra oscura. Sin esa estrella, los sueños de los niños del mundo podrían desaparecer— explicó Lumis.
Lucía se quedó en silencio por un momento. Luego, con una determinación que no sabía que tenía, dijo:
—¡Vamos a encontrarla!
De repente, Lumis se expandió y envolvió a Lucía en una burbuja de luz. Antes de que pudiera darse cuenta, estaba flotando en el espacio. Había planetas de colores, nubes de polvo estelar y cometas que pasaban zumbando. Era el paisaje más hermoso que había visto en su vida.
—Primero debemos ir al Planeta de los Susurros. Allí vive un sabio que conoce todos los secretos del universo— dijo Lumis mientras se deslizaban entre las estrellas.
Cuando llegaron al Planeta de los Susurros, Lucía descubrió que todo era suave y silencioso. Las montañas parecían hechas de algodón, y el viento apenas susurraba. El sabio resultó ser un árbol gigante con hojas doradas que brillaban como el sol.
—¡Bienvenida, pequeña viajera! Sé por qué estás aquí. La Estrella del Deseo está atrapada en la Nube Oscura, un lugar donde la magia se pierde y los sueños se desvanecen— dijo el árbol, con una voz profunda y tranquila.
—¿Cómo podemos salvarla? —preguntó Lucía.
El árbol inclinó sus ramas y dejó caer una pequeña semilla luminosa en las manos de la niña.
—Esta semilla crecerá en un rayo de esperanza. Cuando encuentres la Nube Oscura, plántala, y su luz te guiará hacia la estrella. Pero ten cuidado, la sombra intentará detenerte— advirtió el árbol.
Con la semilla en sus manos, Lucía y Lumis continuaron su viaje. Finalmente, llegaron a la Nube Oscura, un lugar frío y tenebroso. Era difícil ver algo, pero Lucía no se dio por vencida. Encontró un pequeño claro y plantó la semilla. De inmediato, un rayo de luz dorada atravesó la oscuridad.
La sombra, que era grande y temible, intentó apagar la luz, pero Lucía no se rindió. Cerró los ojos y pensó en todos los sueños hermosos que tenía: volar entre las estrellas, hablar con animales, y descubrir mundos nuevos. La luz de la semilla se hizo más fuerte y la sombra desapareció con un fuerte suspiro.
Allí, en el centro de la Nube Oscura, estaba la Estrella del Deseo, pequeña pero radiante. Lucía la tomó con cuidado y sonrió.
—Lo logramos, Lumis. ¡La encontramos!— exclamó.
De regreso en el cielo, Lumis llevó a Lucía y a la estrella a su lugar especial en el universo. Cuando la estrella volvió a su posición, un brillo cálido iluminó todo el cielo. Era como si el universo estuviera celebrando.
Lumis miró a Lucía y le dijo:
—Gracias, pequeña exploradora. Gracias a ti, los sueños seguirán vivos. Nunca olvides que dentro de ti hay una magia especial que puede cambiar el mundo.
Lucía regresó a casa justo antes del amanecer. Mientras se metía en la cama, miró el cielo por última vez esa noche. Las estrellas parecían brillar más que nunca, y ella sabía que había vivido una aventura que nunca olvidaría.
Desde entonces, cada vez que miraba las estrellas, sonreía, porque sabía que el universo estaba lleno de maravillas y magia, y que ella siempre formaría parte de él.
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Radhe – Autor de Cuentos Cortos
¡Hola! Soy Radhe, el creador de Cuentos Cortos, un espacio donde los cuentos cobran vida y las imaginaciones de los niños pueden volar. Me encanta escribir historias mágicas y divertidas que llenen de alegría a los pequeños lectores. Aquí encontrarás cuentos cortos y de antes de dormir en español, cada uno acompañado de un audiolibro y hermosas ilustraciones.
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