Cuentos fantásticos para niños sobre viajes a otros mundos
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de bosques mágicos, un niño llamado Tomás. Tomás era un niño curioso, siempre lleno de preguntas. Le encantaba leer libros sobre aventuras y viajar a lugares lejanos, pero más que nada, soñaba con explorar otros mundos.
Una tarde, mientras jugaba en el jardín de su casa, vio algo extraño en el cielo. No era un pájaro ni un avión, sino una luz brillante que parecía bailar entre las nubes. Tomás, con sus ojos grandes llenos de asombro, no pudo resistir la tentación de seguirla. Corrió hacia el bosque, siguiendo la luz, y pronto llegó a un lugar en el que nunca había estado antes: un claro rodeado de árboles enormes y viejos. En el centro del claro había una piedra grande y redonda, que brillaba con un resplandor azul.
Cuando Tomás se acercó, la piedra comenzó a emitir un suave zumbido. De repente, la luz que había visto en el cielo se dirigió hacia él y entró en la piedra. En ese instante, una puerta mágica se abrió frente a él. Tomás no lo pensó dos veces. Sin miedo, dio un paso adelante y cruzó la puerta.
Lo que vio al otro lado lo dejó sin aliento. Estaba en un mundo completamente diferente. El cielo era de un color violeta, las plantas eran de colores que nunca había visto, y criaturas fantásticas volaban por el aire. Había un río de agua dorada y árboles que cantaban melodías suaves cuando el viento pasaba a través de sus hojas.
“¡Bienvenido al Mundo de los Sueños!” exclamó una voz suave.
Tomás miró a su alrededor y vio a una criatura pequeña, parecida a un conejo, pero con alas brillantes. La criatura sonrió y se presentó:
“Soy Luna, la guardiana de este mundo. ¿Qué te trae por aquí, joven aventurero?”
“Yo… yo vi una luz en el cielo y seguí el camino hasta llegar aquí”, dijo Tomás, un poco sorprendido, pero emocionado.
“¡Ah, los viajeros curiosos siempre encuentran su camino hacia este lugar!” respondió Luna. “Este es un mundo lleno de maravillas, pero solo aquellos con corazones valientes y mentes curiosas pueden visitarlo. Si quieres, puedo mostrarte algunos de sus secretos.”
Tomás no podía creer lo que escuchaba. ¡Estaba en un mundo mágico, lleno de seres extraños y hermosos! Sin pensarlo, aceptó la oferta de Luna. Así comenzó su increíble aventura.
Primero, Luna llevó a Tomás a un bosque donde los árboles no eran normales. ¡Había árboles que podían hablar! Uno de ellos, un árbol con hojas doradas, le contó una historia sobre un reino lejano donde los sueños de las personas se hacían realidad.
Luego, caminaron hacia un lago plateado donde vivían criaturas parecidas a peces, pero con alas de mariposa. Estos seres saltaban del agua y hacían figuras en el aire. Tomás los observaba fascinado, preguntándose cómo sería volar como ellos.
“Cada criatura en este mundo tiene su propio poder”, explicó Luna. “Y a veces, esos poderes se activan cuando alguien tiene un deseo muy fuerte en su corazón.”
Tomás pensó en eso mientras caminaban por el sendero que bordeaba el lago. ¿Cuál sería su poder? ¿Podría tener un poder especial también?
Después de un rato, llegaron a una montaña que parecía estar hecha de cristal. La montaña resplandecía bajo el sol violeta, y desde lo alto se podía ver todo el mundo de los sueños. Luna explicó que, en la cima de la montaña, había una estrella mágica que podía cumplir cualquier deseo.
Tomás no podía dejar de pensar en esa estrella. Aunque el mundo era increíble y lleno de maravillas, algo le decía que debía hacer una pregunta importante. Así que, cuando llegaron a la cima de la montaña, miró a Luna y le preguntó:
“¿Puedo pedir un deseo?”
Luna sonrió con ternura y dijo: “Claro, pero debes pensar bien qué es lo que más deseas. En este mundo, los deseos no son pequeños. Son grandes y poderosos. Tómate tu tiempo.”
Tomás se sentó en la cima de la montaña, mirando la estrella brillante. Pensó en su vida en el pueblo, en su familia y en sus amigos. Pensó en todas las aventuras que había tenido y en todas las que aún le quedaban por vivir. Pero algo en su corazón le decía que su deseo debía ser algo más que una simple aventura.
Finalmente, Tomás susurró: “Deseo que todos los niños del mundo puedan conocer la magia de los sueños, para que nunca dejen de soñar con nuevas aventuras.”
La estrella brilló aún más fuerte, y una ráfaga de viento suave recorrió todo el mundo. Luna, al escuchar su deseo, le dio un abrazo y dijo: “Tu deseo es hermoso, Tomás. Y de alguna manera, los niños siempre tendrán magia en sus corazones.”
De repente, Tomás sintió que estaba siendo llevado de vuelta a su hogar. La puerta mágica apareció nuevamente, y antes de que pudiera decir adiós a Luna, se despidió con una sonrisa. “Gracias, Luna. Nunca olvidaré este viaje.”
Y así, Tomás regresó al jardín de su casa, justo donde había comenzado su aventura. Miró al cielo y vio una estrella brillante que parpadeaba. Sonrió, sabiendo que siempre tendría un pedazo de ese mágico mundo en su corazón.
A partir de ese día, Tomás nunca dejó de soñar. Y cada vez que veía una estrella en el cielo, sabía que un nuevo viaje a otro mundo podría estar a la vuelta de la esquina. Porque, como había aprendido, los sueños son portales hacia lo imposible, y el verdadero poder de la magia está en nunca dejar de imaginar.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado. Pero no el de tus propios sueños… ¿Listo para tu próxima aventura?
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Radhe – Autor de Cuentos Cortos
¡Hola! Soy Radhe, el creador de Cuentos Cortos, un espacio donde los cuentos cobran vida y las imaginaciones de los niños pueden volar. Me encanta escribir historias mágicas y divertidas que llenen de alegría a los pequeños lectores. Aquí encontrarás cuentos cortos y de antes de dormir en español, cada uno acompañado de un audiolibro y hermosas ilustraciones.
En Cuentos Cortos, cada historia es una nueva aventura llena de amistad, diversión y asombro. ¡Únete a nosotros y deja que la magia de los cuentos inspire los sueños de los niños!