Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villasol, un niño llamado Tomás que siempre había sentido que su familia y sus amigos tenían algo especial, algo mágico. Sin embargo, nunca había podido demostrarlo. “La magia no existe,” solían decirle en la escuela, pero Tomás no estaba tan seguro.
Una noche, mientras miraba las estrellas desde la ventana de su cuarto, notó algo curioso. Su abuela Rosalía, que vivía con ellos, estaba en el jardín hablando con su planta favorita, un gran árbol de limón. “Eso no es tan raro,” pensó Tomás, pero lo que realmente lo dejó boquiabierto fue que el árbol pareció mover sus ramas como si respondiera. Decidió bajar al jardín para investigar.
“Abuela, ¿le estás hablando al árbol?” preguntó, tratando de no sonar demasiado incrédulo.
La abuela Rosalía sonrió con un brillo en los ojos. “Por supuesto, mi niño. Este árbol guarda los secretos de nuestra familia. Pero ¿te cuento un secreto? Sólo los que creen en la magia pueden escuchar su respuesta.”
Tomás sintió un escalofrío de emoción. ¿Sería posible? Se acercó al árbol y, con un poco de timidez, susurró: “Hola, árbol. Soy Tomás.”
Por un momento, no pasó nada. Pero luego, una hoja cayó suavemente sobre su hombro, y una voz suave llenó su mente: “Hola, Tomás. Bienvenido a la magia de tu familia.”
Tomás casi se cae del susto, pero también estaba emocionado. “Abuela, ¡el árbol me habló!” gritó.
Rosalía asintió. “Eso es porque tú siempre has creído. Pero esta magia no es solo del árbol, Tomás. Es de todos nosotros. La familia y la amistad tienen un poder especial que nos conecta y nos hace más fuertes.”
Al día siguiente, Tomás no podía esperar para contarle a su mejor amiga, Lucía, lo que había descubierto. Ella era tan curiosa como él y estaba encantada de escuchar sobre el árbol parlante.
“¿Crees que podría hablarme también?” preguntó Lucía.
“Solo hay una forma de saberlo,” respondió Tomás, llevándola al jardín esa misma tarde.
Lucía se acercó al árbol, cerró los ojos y dijo: “Hola, árbol. Soy Lucía, la amiga de Tomás.”
Otra hoja cayó, y Lucía también escuchó la suave voz: “Hola, Lucía. La magia también vive en la amistad.”
Ambos niños estaban maravillados. “¿Cómo es que esto no lo sabe todo el mundo?” preguntó Lucía.
La abuela Rosalía, que había estado observando desde la puerta, explicó: “La magia no es algo que se pueda ver o tocar como un juguete. Es algo que se siente y se comparte. Y no todos están dispuestos a creer en algo que no pueden ver. Ustedes dos son especiales porque su corazón está abierto.”
Desde ese día, Tomás y Lucía comenzaron a notar pequeñas cosas mágicas en su vida cotidiana. Los animales parecían entenderlos mejor, las flores florecían más rápido cuando estaban cerca, y siempre que alguien en su familia o entre sus amigos necesitaba ayuda, una solución aparecía de forma inesperada.
Una tarde, Tomás y Lucía decidieron organizar un picnic especial para sus amigos del vecindario. “Si la magia de la familia y la amistad es real, ¿qué mejor manera de compartirla que con todos?” dijo Lucía.
Invitaron a todos al parque y decoraron el lugar con flores y luces. Durante el picnic, Tomás contó la historia del árbol mágico, y aunque algunos niños se rieron incrédulos, otros escucharon con curiosidad.
Al final del día, algo sorprendente ocurrió. Una suave brisa llenó el parque, haciendo que las hojas de los árboles susurraran como si estuvieran aplaudiendo. Todos los niños sintieron un calor especial en su corazón, como si algo invisible los estuviera abrazando.
La abuela Rosalía, que había ido al picnic, sonrió desde su asiento. “Eso es la magia,” dijo. “No necesita trucos ni hechizos. Solo necesita corazones abiertos y ganas de compartir.”
Desde entonces, el grupo de amigos se volvió inseparable. Siempre que alguien tenía un problema, trabajaban juntos para resolverlo, porque sabían que la verdadera magia estaba en el amor y el apoyo que se daban unos a otros.
Y así, en Villasol, la magia de la familia y la amistad siguió creciendo, llenando el pueblo de risas, esperanza y la promesa de que, mientras hubiera corazones dispuestos a creer, la magia nunca desaparecería.
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Radhe – Autor de Cuentos Cortos
¡Hola! Soy Radhe, el creador de Cuentos Cortos, un espacio donde los cuentos cobran vida y las imaginaciones de los niños pueden volar. Me encanta escribir historias mágicas y divertidas que llenen de alegría a los pequeños lectores. Aquí encontrarás cuentos cortos y de antes de dormir en español, cada uno acompañado de un audiolibro y hermosas ilustraciones.
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