Cuentos Cortos Infantile – El Conejito y la Luna

Cuentos Cortos Infantile – El Conejito y la Luna

Cuentos Cortos Infantile

Había una vez un pequeño conejito llamado Tito que vivía en un hermoso prado lleno de flores y árboles altos. Tito era un conejito curioso, siempre explorando los rincones más lejanos del campo y haciendo nuevos amigos entre los animales del bosque. Pero había algo que fascinaba a Tito más que cualquier otra cosa: la luna. Cada noche, Tito se sentaba en su colina favorita, mirando fijamente el cielo, y soñaba con tocar la luna, que brillaba intensamente entre las estrellas.

Una noche, Tito decidió que no quería solo mirar la luna; quería llegar hasta ella. “¿Cómo podría un conejito pequeño como yo saltar tan alto?” se preguntaba. Pero Tito era muy decidido y no se dejaba vencer por las dudas. “Voy a intentarlo”, se dijo. Esa misma noche, con el corazón lleno de emoción, Tito saltó lo más alto que pudo. Pero solo llegó hasta las ramas del árbol más cercano.

“No importa”, pensó Tito. “Intentaré de nuevo mañana”.

Durante días y noches, Tito practicó sus saltos, cada vez alcanzando un poco más alto. Los otros animales del bosque, como la ardilla Sofía y el búho Hugo, lo observaban desde lejos y le decían que era imposible. “Ningún conejito ha llegado jamás a la luna”, le dijo Hugo, moviendo sus grandes alas. “Es mejor que te quedes en el suelo, Tito”.

Pero Tito no les prestó atención. Sabía que, aunque fuera difícil, su sueño de llegar a la luna valía la pena. Así que cada noche, mientras el bosque dormía, Tito seguía saltando, intentando tocar la luna. Una noche, mientras Tito descansaba después de un gran salto, la luna, que había estado observando sus esfuerzos, decidió ayudarlo.

Con una luz brillante, la luna bajó suavemente un rayo de luz dorada que envolvió a Tito. El conejito sintió cómo su cuerpo se levantaba lentamente del suelo, flotando hacia el cielo. A medida que subía, veía el bosque hacerse cada vez más pequeño, y las estrellas, más cercanas.

Cuando Tito llegó a la luna, la sintió suave y cálida bajo sus patas. La luna lo saludó con una sonrisa y le dijo: “He visto tu esfuerzo y tu perseverancia, Tito. Por eso te he traído aquí. Siempre recuerda que los sueños se logran cuando no te rindes”.

Tito pasó la noche saltando entre las estrellas, jugando con las luces del cielo. Se dio cuenta de que, aunque todos decían que era imposible, había logrado su sueño. Al amanecer, la luna lo devolvió suavemente al suelo del bosque, donde los otros animales lo esperaban con asombro.

Desde ese día, Tito se convirtió en un héroe en el bosque. Todos los animales aprendieron de él una gran lección: los sueños, por más lejanos que parezcan, pueden hacerse realidad con esfuerzo, dedicación y un poco de ayuda inesperada.

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