Cuentos sobre la importancia de ser amable
En un pequeño bosque lleno de árboles altos y riachuelos cristalinos, vivía un conejito llamado Lucho. Lucho era un conejito muy curioso y siempre estaba dispuesto a hacer nuevos amigos. Sin embargo, a veces se olvidaba de una cosa muy importante: ser amable con los demás.
Un día, Lucho salió a explorar el bosque, saltando felizmente de un lado a otro. Mientras saltaba, vio a su amiga, la ardilla Lila, recogiendo nueces en una pequeña canasta.
—¡Hola, Lila! —dijo Lucho con entusiasmo—. ¿Te ayudo a recoger más nueces?
Lila, que siempre era amable y sonriente, lo miró y respondió:
—¡Claro que sí, Lucho! Gracias por ofrecerte. Juntos podremos recoger muchas nueces para el invierno.
Pero Lucho, que estaba un poco impaciente por seguir saltando, pensó que podría hacer la tarea más rápido si lo hacía solo. Así que sin pensarlo mucho, le dijo a Lila:
—No te preocupes, yo lo hago solo. Tú ve a jugar, yo me encargaré de todo.
Lila se sintió un poco triste, pero no dijo nada. Se alejó a jugar mientras Lucho recogía las nueces solo. Aunque Lucho recogió muchas nueces, se dio cuenta de que algo no estaba bien. No estaba tan contento como pensaba. Se sentía solo.
Mientras caminaba por el bosque, Lucho vio a su amigo el zorrito Roco, que estaba tratando de alcanzar una fruta en un árbol muy alto.
—¡Hola, Roco! —saludó Lucho—. ¿Te ayudo a bajar esa fruta?
Roco sonrió, feliz de que Lucho le ofreciera su ayuda.
—¡Eso sería genial, Lucho! —dijo Roco.
Pero Lucho, sin pensarlo mucho, respondió:
—No hace falta, Roco. Ya está por caer. Mejor voy a seguir explorando.
Roco se quedó mirando a Lucho mientras él se alejaba, sintiendo un poquito de tristeza. Lucho siguió caminando por el bosque, pero ya no se sentía tan feliz como al principio. Al final del día, decidió regresar a su madriguera. Cuando llegó a casa, se sentó en su cama y pensó en todo lo que había sucedido.
—Hoy he hecho muchas cosas por mi cuenta —se dijo a sí mismo—. Pero algo no está bien… Creo que he sido un poco egoísta con mis amigos.
Esa noche, cuando Lucho se acomodó en su cama, cerró los ojos, pero no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Justo entonces, una suave voz le susurró desde la ventana:
—Lucho, Lucho… ¿estás despierto?
Lucho abrió los ojos y vio a su amiga, la lechuza Luma, posada en una rama cerca de su ventana. Luma era sabia y siempre tenía buenas ideas.
—Hola, Luma —dijo Lucho, un poco sorprendido—. ¿Qué haces aquí tan tarde?
Luma sonrió y dijo:
—Vengo a hablar contigo, Lucho. He notado que hoy te sentiste un poco solo, ¿verdad?
Lucho se sorprendió mucho. ¿Cómo había sabido Luma eso?
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Lucho.
Luma se rió suavemente y le explicó:
—Es que ser amable con los demás siempre hace que nos sintamos bien. Cuando ayudamos a nuestros amigos, no solo les hacemos felices, sino que también nos sentimos mejor nosotros mismos. Lo que pasa es que hoy no ayudaste a tus amigos, y aunque te sentiste bien al principio, luego te diste cuenta de que la verdadera felicidad está en compartir y en ser amable.
Lucho pensó un momento y luego respondió:
—¡Tienes razón, Luma! Hoy podría haber sido más amable con Lila y Roco. Si hubiera ayudado a Roco a bajar la fruta, o si hubiera dejado que Lila me ayudara, quizás habría sido un día más divertido.
Luma asintió con su gran cabeza.
—Exactamente. La amabilidad es una llave mágica que abre las puertas de la felicidad. Cuando somos amables con los demás, creamos un lazo de amistad que se fortalece cada vez más. Y lo más importante, ser amable nos hace sentir bien por dentro.
Lucho, agradecido por las sabias palabras de Luma, decidió que al día siguiente iba a ser diferente. Quería hacer todo lo posible para ser más amable y ayudar a sus amigos.
A la mañana siguiente, cuando Lucho salió de su madriguera, vio a Lila nuevamente en el campo, recolectando nueces. Esta vez, en lugar de saltar de un lado a otro, Lucho se acercó a ella y dijo:
—¡Hola, Lila! ¿Te gustaría que te ayudara a recoger las nueces? Así podremos hacerlo más rápido y jugar juntas después.
Lila, al escuchar sus palabras, sonrió de oreja a oreja.
—¡Claro que sí, Lucho! ¡Muchas gracias!
Ambos se pusieron a recoger las nueces y se divirtieron mucho. Después de un rato, Lucho le dijo:
—Ahora que hemos recogido muchas nueces, ¿quieres que vayamos a ver a Roco? Tal vez podamos ayudarle con la fruta que está tratando de bajar.
Lila aceptó encantada, y los dos fueron al árbol donde Roco estaba. Roco los miró, sorprendidos, y dijo:
—¡Hola, amigos! ¿Qué hacen aquí?
—Venimos a ayudarte a bajar la fruta —dijo Lucho con una sonrisa—. Así podrás disfrutarla mucho más rápido.
Roco, feliz y agradecido, aceptó la ayuda de sus amigos. Con la ayuda de Lila y Lucho, Roco pudo alcanzar la fruta con facilidad.
—¡Qué bien! Ahora todos podemos disfrutarla juntos —dijo Roco, sonriendo.
Esa tarde, Lucho, Lila y Roco se sentaron a compartir la fruta bajo un árbol, riendo y contando historias. Lucho se sentía tan feliz, tan lleno de alegría, que no podía dejar de sonreír.
—Hoy ha sido el mejor día —dijo Lucho—. Gracias por ser tan amables conmigo, amigos.
Luma, que había estado observando desde una rama cercana, sonrió al ver lo felices que estaban.
—Ves, Lucho, cuando somos amables, todos nos sentimos bien. La amabilidad no solo ayuda a los demás, sino que también nos llena de alegría por dentro.
Y desde ese día, Lucho nunca olvidó lo importante que era ser amable. Cada vez que veía a alguien necesitar ayuda, no dudaba en ofrecerla. Y así, el conejito Lucho aprendió que la verdadera felicidad no se encuentra en hacer todo solo, sino en compartir y ayudar a los demás.
Moraleja: Ser amable no solo hace felices a los demás, sino que también nos hace sentir muy bien. Un pequeño gesto de amabilidad puede transformar un día común en un día lleno de sonrisas y buenos momentos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. ¡Recuerda siempre ser amable y compartir tu felicidad con los demás!
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Radhe – Autor de Cuentos Cortos
¡Hola! Soy Radhe, el creador de Cuentos Cortos, un espacio donde los cuentos cobran vida y las imaginaciones de los niños pueden volar. Me encanta escribir historias mágicas y divertidas que llenen de alegría a los pequeños lectores. Aquí encontrarás cuentos cortos y de antes de dormir en español, cada uno acompañado de un audiolibro y hermosas ilustraciones.
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